domingo, 12 de octubre de 2008

EL MUNDO DE SOFIA : DOS CIVILIZACIONES

Semitas e indoeuropeos.

(Fragmento de: JOSTEIN GAARDER, El mundo de Sofía,)

Jesús era judío, y los judíos pertenecen a la civiliza­ción semítica. Los griegos y los romanos pertenecen a la ci­vilización indoeuropea. Por lo tanto, podemos constatar que la civilización europea tiene dos raíces. Antes de exa­minar más de cerca cómo el cristianismo se va mezclando poco a poco con la cultura grecorromana, veamos las dos raíces.

Indoeuropeos.

Por «indoeuropeos» entendemos todos los países y culturas que hablan lenguas indoeuropeas. Todas las len­guas europeas, excepto las ugrofinesas (lapón, finés, es­toniano y húngaro) y el vascuence, son indoeuropeas. También la mayor parte de las lenguas índicas e iraníes pertenecen a la familia lingüística indoeuropea.

Hace unos 4.000 años los indoeuropeos primitivos habitaron las regiones alrededor del Mar Negro y del Mar Caspio. Pronto se inició una migración de tribus indoeuro­peas hacia el sureste, en dirección a Irán y la India; hacia el suroeste, en dirección a Grecia, Italia y España; hacia el oeste a través de Centro-Europa hasta Inglaterra y Francia; en dirección noroeste hacia el norte de Europa y en direc­ción norte hasta Europa del Este y Rusia. En los lugares donde llegaron los indoeuropeos, se mezclaron con las culturas pre-indoeuropeas, pero la religión y la lengua in­doeuropeas jugarían un papel predominante.

Esto quiere decir que tanto los escritos Vedas de la India, como la filosofía griega y la mitología de Snorri se escribieron en lenguas que estaban emparentadas. Pero no sólo las lenguas estaban emparentadas. «Lenguas empa­rentadas» también suele implicar «pensamientos emparen­tados», razón por la cual solemos hablar de una civiliza­ción indoeuropea. La cultura de los indoeuropeos se caracterizaba ante todo por su fe en múltiples dioses. A esto se llama politeís­mo. Tanto los nombres de los dioses como muchas palabras y expresiones religiosas se repiten en toda la región in­doeuropea. Te pondré algunos ejemplos.

Los antiguos hindúes rendían culto al dios celeste Dyaus. En griego este dios se llama Zeus, en latín luppiter (en realidad ley-pater, es decir, «Ley del Padre»), y en anti­guo nórdico Tyr. De manera que los nombres Dyaus, Zeus, lov y Tyr son distintas variantes dialectales de una misma palabra.

Te acordarás que los vikingos del norte creían en unos dioses que llamaron aeser (los gigantes). También esta palabra utilizada para dioses se repite en toda la región in­doeuropea. En sánscrito se llaman asura y en iraní ahura. Otra palabra para «dios» es en sánscrito deva, en latín deus y en antiguo nórdico tivurr.

Algunos mitos muestran cierto parecido en toda la re­gión indoeuropea. Cuando Snorri habla de los dioses nór­dicos, algunos de los mitos recuerdan a mitos hindúes rela­tados 2.000 o 3.000 años antes. Es evidente que los mitos de Snorri tienen rasgos de naturaleza nórdica, así como los hindúes tienen rasgos de naturaleza hindú. No obstante, muchos mitos tienen una esencia que debe proceder de un origen común. Una esencia de este tipo se aprecia sobre todo en los mitos sobre bebidas que hacen al hombre in­mortal, y en los que tratan sobre la lucha de los dioses con­tra un monstruo del caos.

También en la manera de pensar vemos muchas se­mejanzas entre las culturas indoeuropeas. Un típico rasgo común es el concebir el mundo como un drama entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Por esa razón los in­doeuropeos han tenido una fuerte tendencia a querer pre­ver el destino del mundo.

Podemos decir que no es una casualidad el que la fi­losofía griega surgiera precisamente en la región indoeuro­pea. Tanto la mitología hindú como la griega y la nórdica muestran evidentes atisbos de una visión filosófica o espe­culativa.

Los indoeuropeos intentaron conseguir verdaderos conocimientos sobre el ciclo de la naturaleza. De hecho, podemos seguir una determinada palabra que significa «conocimiento» o «sabiduría» de cultura en cultura por toda la región indoeuropea. En sánscrito se llama vidya. La palabra es idéntica a la griega idé, que juega, como recor­darás, un papel importante en la filosofía de Platón. Del la­tín conocemos la palabra video, que entre los romanos simplemente significaba «ver». (En nuestros días «ver» ha venido a ser una palabra equivalente a mirar fijamente una pantalla de televisión.) En inglés conocemos palabras como wise y wisdom (sabiduría), en alemán wissen (saber, conocimiento). En noruego tenemos la palabra viten, que tiene la misma raíz que la palabra hindú vidya, la griega idéy la latina video.

Como regla general podemos constatar que la visión era el sentido más importante de los indoeuropeos, pues la literatura de hindúes y griegos, iraníes y germanos ha es­tado caracterizada por las grandes visiones cósmicas. (Ves, ahí tienes la palabra otra vez: la palabra «visión» está for­mada precisamente a partir del verbo latino video.) Las cul­turas indoeuropeas se han caracterizado también por la tendencia a crear imágenes y esculturas de sus dioses y de lo que relataban los mitos.

Finalmente, los indoeuropeos tienen una visión cíclicaa de la Historia. Esto quiere decir que ven la Historia como algo que da vueltas, que avanza en ciclos, de la misma manera que las estaciones del año, lo que quiere decir que, en realidad, no hay ningún principio o fin de la Historia. A menudo se habla de mundos diferentes que surgen y desaparecen en un eterno intercambio entre naci­miento y muerte.

Las dos grandes religiones orientales, el hinduismo y el budismo, tienen origen indoeuropeo. También lo tiene la filosofía griega, y podemos observar muchos paralelos entre el hinduismo y el budismo, por un lado, y la filosofía griega por el otro. Incluso hoy en día tanto el hinduismo como el budismo están fuertemente caracterizados por la reflexión filosófica.

Ocurre a menudo que en el budismo y en el hinduis­mo se subraya lo divino como presente en todo (panteís­mo) y que el ser humano puede lograr la unidad con Dios mediante los conocimientos religiosos. (¡Acuérdate de Plotino, Sofía!) Para conseguir esta unidad se requiere, por regla general, una gran auto contemplación o meditación. Por lo tanto puede que en Oriente la pasividad o el recogi­miento sea un ideal religioso. También en la religión griega había muchos que opinaban que el hombre debe vivir en ascetismo, o retiro religioso, para salvar el alma. Diversos aspectos de los conventos medievales tienen sus raíces en ideas de este tipo del mundo grecorromano.

En muchas culturas indoeuropeas también ha jugado un papel básico la fe en la trasmigración de las almas. Durante más de 2.500 años el objetivo del hindú ha sido salvarse de la trasmigración de las almas. Recordemos que también Platón creía en esta trasmigración.

Los semitas.

Hablemos de los semitas, Sofia. Pertenecen a otra ci­vilización con un idioma completamente diferente. Los se­mitas vienen originariamente de la península arábiga, pero la civilización semita se ha extendido también por muchas partes del mundo. Durante más de dos mil años muchos judíos han vivido lejos de su patria de origen. Donde más lejos de sus raíces geográficas han llegado la historia y la religión semitas ha sido a través del cristianismo. La cultura semita también ha llegado lejos mediante la extensión del Islam.

Las tres religiones occidentales, el judaísmo, el cris­tianismo y el Islam, tienen bases semitas. El libro sagrado de los musulmanes (el Corán) y el Antiguo Testamento es­tán escritos en lenguas semíticas emparentadas. Una de las palabras para «dios» que aparece en el Antiguo Testamento tiene la misma raíz lingüística que la palabra Allah de los musulmanes. (La palabra «allah» significa simplemente «dios».)

En lo que se refiere al cristianismo, la situación es más compleja. También el cristianismo tiene raíces semíti­cas, claro está. Pero el Nuevo Testamento fue escrito en griego, y por consiguiente, la teología cristiana estaría, en su configuración, fuertemente marcada por las lenguas griega y latina y, con ello, también por la filosofía helenís­tica.

Hemos dicho que los indoeuropeos creían en mu­chos dioses distintos. En cuanto a los semitas resulta tam­bién sorprendente que desde muy temprano se unieran en torno a un solo dios. Esto se llama monoteísmo. Tanto en el judaísmo como en el cristianismo y en el Islam, una de las ideas básicas es la de que sólo hay un dios.

Otro rasgo semítico común es que los semitas han te­nido una visión lineal de la Historia. Con esto se quiere de­cir que la Historia se considera como una línea. Dios creó un día el mundo, y a partir de ahí comienza la Historia. Pero un día la Historia concluirá. Será el «día del juicio fi­nal», en el que Dios juzgará a vivos y muertos.

Un importante rasgo de las tres religiones occidenta­les es precisamente el papel que juega la Historia. Se cree que Dios interviene en la Historia, o, más correctamente, la Historia existe para que Dios pueda realizar su voluntad en el mundo. De la misma manera que llevó a Abraham a la «tierra prometida», dirige la vida de los seres humanos a través de la Historia y hasta el día del juicio final, en que todo el mal será destruido.

Debido a la gran importancia que los semitas atribu­yen a la actividad desarrollada por Dios en la Historia, se han preocupado durante miles de años de escribir Historia. Precisamente las raíces históricas constituyen el núcleo de las escrituras sagradas.

Todavía hoy en día Jerusalén es un importante centro religioso para judíos, cristianos y musulmanes, lo cual tam­bién nos dice algo sobre las bases históricas comunes de estas tres religiones. En esta ciudad hay importantes sina­gogas (judías), iglesias (cristianas) y mezquitas (islámicas). Precisamente por eso resulta tan trágico que justamente Jerusalén se haya convertido en una manzana de la discor­dia, en el sentido de que la gente se mata a millares porque no son capaces de ponerse de acuerdo sobre quién debe ostentar la soberanía en la «ciudad eterna». Ojalá las Na­ciones Unidas lleguen algún día a convertir Jerusalén en un lugar de encuentro de las tres religiones. (Por ahora no diré nada más sobre la parte práctica del curso de filosofía. Eso lo dejamos en su totalidad al padre de Hilde, pues supongo que ya te habrás dado cuenta de que él es observador de la Naciones Unidas en el Líbano. Para ser más preciso puedo decirte que presta sus servicios como Mayor. Si estás em­pezando a intuir cierta coherencia en todo esto vas por buen camino. Por otra parte, no debemos anticipar los he­chos.)

Hemos dicho que el sentido más importante entre los indoeuropeos era la visión. Igual de importante es para los semitas el oído. No es una casualidad que el credo judío empiece con las palabras «¡Escucha, Israel!». En el Antiguo Testamento leemos que los hombres «escuchaban» la pala­bra de Dios, y los profetas judíos suelen iniciar su predica­ción con la fórmula «Así dice Jahvé (Dios)». También el cristianismo atribuye mucha importancia a «escuchar» la palabra de Dios, y los oficios de las tres religiones occiden­tales se caracterizan por la lectura en voz alta, o la recita­ción.

También he dicho que los indoeuropeos han cons­truido siempre imágenes y esculturas de sus dioses. Igual­mente típico resulta que los semitas hayan practicado una especie de «prohibición de imágenes», lo que significa que no está permitido crear imágenes o esculturas de Dios o de lo sagrado. De hecho, en el Antiguo Testamento se dice que los hombres no deben crear ninguna imagen de Dios. Esta prohibición sigue vigente hoy en día tanto en el juda­ísmo como en el Islam. En el Islam existe incluso una ani­mosidad general contra las fotografías y artes plásticas, porque los hombres no deben competir con Dios en lo que se refiere a la «creación» de algo.

Sin embargo, dirás, en la Iglesia cristiana abundan las imágenes de Dios y de Cristo. Es cierto, Sofía, pero eso es justamente un ejemplo de la influencia del mundo greco­rromano en el cristianismo. (En la iglesia ortodoxa, es decir en Rusia y Grecia, sigue estando prohibido hacer imágenes talladas, es decir esculturas y crucifijos, de la historia de la Biblia.)

Al contrario de lo que pasa con las grandes religiones orientales, las tres religiones occidentales resaltan el abis­mo entre Dios y su Creación. El objetivo no es salvarse de la trasmigración de las almas, sino del pecado y de la cul­pa. Además la vida religiosa en estas religiones se caracte­riza más por las oraciones, predicaciones y lectura de las escrituras sagradas que por la auto contemplación y medi­tación.

1 comentario:

  1. Hola Nury, me parecio muy interesante este documento ya que lo necesito para una clase de Filosofia.

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